Afuera mitos, creencias y prejuicios que te impiden disfrutar de tus relaciones

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lunes, 15 de febrero de 2010

Los niños no son ángeles, ni demonios

Los ángeles no tienen sexo, entre otras razones, porque no necesitan reproducirse y la religión nos ha querido convencer de que el sexo existe por y para la reproducción. Pero la evidencia científica revela que todo ser humano es un ser sexuado, desde que somos fetos intrauterinos hasta el último suspiro. Al no admitir la sexualidad infantil, luego los padres se llevan sustos que no aciertan a comprender ni mucho menos a resolver.

El elefante de la alegría

Valga como ejemplo el caso de una madre angustiada que acude a un consultorio sexológico a las 9 de la noche pidiéndole a la secretaria que el sexólogo le atienda de urgencia. Una demanda infrecuente en sexología, pues para un problema sexual urgente se debe ir a Urgencias, por ejemplo, por prácticas sexuales de riesgo que acaban dañando a alguien, por hacerte heridas indeseadas con la cremallera del pantalón... Los demás casos, no se consideran problemas sino necesidades, y no son resolubles a corto plazo. Pues bien, la mujer requería que la atendieran a toda costa y dado el estado de ansiedad que presentaba, el sexólogo tuvo que atenderla. Estaba muy preocupada por su hija de unos 6 añitos y quería que fuera a su casa, pese a ser impensable asimismo una visita domiciliaria para realizar terapia sexual. Tanto rogó que el experto tuvo que ir a conocer el motivo de su angustia. Le hizo pasar junto a su compañera en silencio hacia la habitación y allí estaba la niña, encima de un elefante de peluche, con una sudoración increíble, jadeando...se lo estaba pasando de muerte con el elefante. El experto le pidió que no la interrumpiera.

Preguntas lógicas

-¿Le nota algún comportamiento extraño?’ –‘No, si es muy cariñosa, todo bien... pero, ¿qué hacemos?’ - ‘Nada, por lo que más quiera. El único problema que tiene su hija es que se le va a pasar y desgraciadamente dejará de hacerlo’. –‘¿Pero no es malo?’ –‘Qué va, todo lo contrario’. La niña a las 9,30 recibía órdenes de irse a la cama y se iba puntual como un clavo, casi pedía la cena antes para irse antes a dormir pronto.

¡En público no, mujer!

Es una conducta típica de la infancia que disfrutan un montón... Sólo que a veces puede resultar embarazoso. Léase otro caso en que la niña se masturbaba, pero con el apoyabrazos del sofá y en público. Y se corría el gran prix aunque hubiera visitas. El papá, ya asesorado, admitía que la sexualidad infantil fuera normal, pero que tener que encerrarse en la cocina hasta que la cría terminara resultaba muy arduo para un padre.

Actuar con mano blanda

En esos supuestos sí que hay que hacer algo, porque el niño tiene que aprender que ese tipo de comportamientos ha de reservarlos para el ámbito privado. La solución es darle sustitutivos, algún cojín más o menos rígido y ponérselo en la cama, a fin de que la niña vea si resulta de su agrado. Y antes de que empiece su ritual, llevarla a la habitación y darle tiempo a que le coja el tranquillo, para que cuando le apetezca se vaya para allá a hacer sus cositas.

No hay motivo para preocuparse

Hacia los 6 ó 7 años este tipo de conductas se extinguen, lo mejor es que se apaguen por sí solas, no entrar a reprimirlas con estrategias agresivas de castigo que no van a llevar a ningún sitio y puede coartar mucho y generar algún “trauma” cuando sean adultos.

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